SIGNIFICADOS QUE SE ENTRECRUZAN EN UN HOGAR DE NIÑOS…

(una mirada subjetiva y en movimiento)

Por Lila Scotti1

Cuando me invitaron a escribir acerca de qué supone trabajar en un Hogar de Niños, escribí lo que fui sintiendo nomás. Y aparecieron estas palabras que más que afirmaciones son… preguntas, dudas, descubrimientos que me movilizan desde que comencé a participar de este tipo de instituciones por el año 1996.

 

 

Ser parte… tomar decisiones… Consultar… Consultar….
Compartir criterios y no tanto.
Preguntar, antes preguntar. Proteger ¿sobreproteger? Cuidar ¿exigir?
No juzgar. No cerrar. Esperar. No cancelar, asumir silencios.
Aprender cuándo callar. Lo contingente, lo posible.
Aprender cuándo proponer y cuándo empezar….

 

Lo primero que aprendí es que se (me)reconfiguran permanentemente con cada realidad, con cada mundo, cada historia, que me (nos)conmueve con cada niño que ingresa. Sorprende, golpea y entristece y rápidamente se acciona. Y que tiene que ser YA. Que en ese accionar van nuestros imaginarios, nuestras experiencias personales, nuestras propias necesidades y supuestos, quizás sea allí donde resida lo más singular de estas instituciones: cada Hogar teje historias de quienes lo habitaron que a su vez son LA historia de ese Hogar y lo han ido constituyendo, perfilando. Un niño nuevo que ingresa recuerda a otros que estuvieron antes, de quienes puede quedar un recuerdo sin cerrar o la certeza que están caminando ya un futuro de trabajo, estudio, formando su propia familia…

Aunque los Hogares se asemejen bastante en sus formas de organizarse, en roles, tareas y rutinas, cada uno es único…. Aun atendiendo realidades similares, cada Hogar empieza a andar construyendo su historia a partir de necesidades que los motorizaron desde situaciones muy concretas, algunas muy dramáticas. Pero esta singularidad implica también marcos ideológicos bien diferentes, aunque en muchos casos no sean explícitos ni reconocidos por sus mismos protagonistas, cada institución de este tipo2 se ha fundado desde una determinada concepción de sociedad, de hombre, de necesidad y he aquí que algunas instituciones de albergue se crean desde una visión de asistencia, de compasión o de atención, de promoción, de propiciar el desarrollo de posibilidades. Unas y otras sostienen una función común: brindar atención a una infancia desprotegida, pero en la práctica, esas disímiles visiones se materializan en actitudes y alcances muy distintos.

En el imaginario social se entrecruzan múltiples miradas acerca de las instituciones (y de sus sujetos) que atienden niños afectados por distinta formas de abandonos familiares. Mayormente se los visualiza como “carentes…” juicio previo que encierran un recorte de su ser como niño y como persona y consiguiente minimización de sus potencialidades y necesidades: algunas manos se extienden caritativamente, conmiserativas pero en vez de ayudarlos los “minimiza”, los reduce. Menos son las que preguntan y las que acompañan silenciosamente, haciendo sin invadir, respetando las lógicas propias, los silencios y las privacidades aportando sus saberes y su voluntad. Son menos pero también son muchas.

De la experiencia propia:
He integrado dos Hogares de niños y adolescentes en la ciudad de La Plata; la primera experiencia se extendió por siete años en la década de los ’90, fue en una institución ubicada en la periferia de la ciudad que atiende a más de un centenar de niños; en la actualidad soy parte de un pequeño Hogar con 20 niños y adolescentes, cuyo perfil es el de una familia grande donde los niños se tratan entre ellos como un grupo particular de “hermanos”. Allí estoy coordinando las actividades educativas que se realizan con la modalidad de talleres todos los días para los niños y adolescentes que viven en el Hogar y también para aquellos que concurren como Centro de Día. Conformo un equipo de quince educadores, trabajando en parejas con propuestas diseñadas y discutidas colectivamente.

En esta forma de concebir, pensar y organizar la propuesta educativa del Hogar y Centro de Día, se está construyendo un singular “proyecto de educación popular".

Construyendo un Proyecto Educativo.
Cruzo este vistazo subjetivo con la experiencia presente en la construcción de un proyecto de Educación Popular que, me atraviesa fuertemente y (me) re-configura la idea tradicional de un “Hogar de niños”.

Me refiero aquí a un colectivo de educadores conformado a instancias del Hogar Ángel Azul (en las áreas de artes plásticas, teatro, biología, psicología, música, aprendizajes escolares, educación ambiental) junto a trabajadores de la cultura (actores, teatristas) quienes estamos construyendo una propuesta educativa “Proyecto SEIBO” que involucra en distintas formas a varias organizaciones de Barrio Hipódromo de la ciudad de La Plata, donde se encuentra situado y vecinos de la zona agrícola del Parque Pereyra Iraola, aledaña a la estación del ferrocarril.

Lo ocurrido es parte de un proceso que comenzó hace dos años y echa redes ¿Por qué considero que se trata de un proyecto que se perfila como de Educación Popular ligado a un Hogar de Niños?
• Porque se organiza en torno a tres ejes que problematizan el mundo actual e involucra a los niños, jóvenes y educadores desde sus problemáticas y sus propias voces. Los ejes son: Artístico-teatral, Ambiental, participativo-comunitario.
• Porque sostiene espacios definidos de participación colectiva y permanente de todos sus protagonistas: educadores, niños, referentes (plenarios de educadores, asambleas generales).
• Porque desarrolla acciones situadas, territorial y socialmente. En fin, porque el diálogo lo conforma, con conflictos, avances, construyendo y problematizando su dirección y los sentidos que le vamos “cargando” todos los que nos vamos sintiendo parte.

La mirada subjetiva:
Si pudiera destacar algunos aspectos de los que más me impactan y me transforman desde la práctica cotidiana en estas instituciones, diría:
• Los vínculos que construyen los chicos entre sí y con los adultos posibilitando aperturas de nuevos mundos que puedan construir a través de los otros.
• Los vínculos con los adultos referentes en el Hogar, personas claves en la socialización de los niños, quienes pueden ayudar a articular y resignificar las experiencias vividas, dolorosas y difíciles de comprender aún para los niños.
• La búsqueda permanente de estrategias, modos de intervención, para mejoramiento y fortalecimiento de los escenarios educativos por donde transitan los niños, y a su vez el acompañamiento a y de los educadores a cargo de esos espacios.
• Las preguntas que a veces apabullan, las propias y de los otros.
• La resignificación permanente de los vínculos mencionados antes, el esfuerzo por poner siempre en contexto (de la etapa de desarrollo, de las necesidades, de los ámbitos de convivencia, de las experiencias pasadas, de las situaciones familiares particulares, etc, etc, etc).
• Las tensiones y las pujas entre las ausencias y las presencias, entre el presente, el pasado vivido y con el fututo cercano: posible, anhelado, temido y a la vez incierto. Entre lo personal/privado en puja con la exposición pública y las posibles manipulaciones que viven y las que puedan sufrir al prevalecer en el imaginario social el estigma “carente de” que resta antes que abrir a los potenciales que poseen por ser humanos y necesitar de las redes con el otro para construir.

Finalizando para seguir abriendo:
Preguntan qué me significa trabajar en un Hogar de niños -fuertes reflexiones mediante- y concluyo, provisoriamente lo siguiente:
… el reconocimiento de otros mundos sociales donde se construyen múltiples (otras) formas de ser niño, infancias generadas mayormente por las enfermedades sociales, por la soledad, la ignorancia, en fin, por la desigualdad social cada vez mayor en una sociedad mercantilista y deshumanizante.
… que supone aprender a observar atentamente al niño/a en las relaciones que va tejiendo en su vida cotidiana, sospechar de sus tristezas, hacer esfuerzos por comprender y a la vez ponerle límites a sus desbordes.
… buscar las individualidades que muchas veces se ocultan en el grupo o, por el contrario, los diferencia y destacan. Y no sólo con los niños, adolescentes que alberga el Hogar, sino también descubrirlo en los otros adultos con los que voy construyendo…
… sentirme parte-actuante-responsable en un colectivo en el que, finalmente construyo una particular síntesis productiva de todo lo vivido en treinta y pico de años de docente en el sistema educativo provincial, universitario y en educación comunitaria.

Y me quedo pensando…

 


1. Prof. en Cs. de la Educación. Retirada como profesora en Formación Docente. Actualmente Trabaja en el Proyecto SEIBO-Hogar Angel Azul de La Plata. Integra el Equipo de Educadores IDENTIDADES de La Plata y el Espacio ALFAR en la Cátedra Abierta Intercultural.

   
 2. Es necesario considerar también si se trata de una institución que atiende niños sólo durante el día, “centros de día” complementariamente al turno escolar o las que los albergan en tanto Hogar convivencial y son atendidos en los aspectos básicos de su vida: atención sanitaria, alimentaria, escolar, psicológica, vínculos con su familia parental, etc. También es clave para su perfil si son subvencionadas y administradas por el Estado o por particulares lo cual incide centralmente en las formas de gestión, entre otros aspectos que las particularizan.

 


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