Un libro que tiene sus años y sus sueños

Por Gabriela Pesclevi 1

El libro que elijo es tal vez un libro clásico o antiguo: “¡Aire, que me lleva el aire!” de Rafael Alberti Labor Bolsillo Juvenil. Con ilustraciones de Luis de Horna (1979) que me parecen preciosas por completo.

 

 

 

 

 

Supongo que tendría 18 o 19 años cuando conocí al paso a Don Rafael. Estaba de visita en Argentina y allí nos colamos para conocerle. Con un grupo de compañeros realizamos un libro dedicado a su poemario ligado a los puertos y a las personas. Unos años más tarde llegó a mis manos este libro en el que hay desde Autoretratos burlescos, actores célebres y no tan célebres, sueños, caballos, costas con banderas con mar y marineros.

Considero que es un libro para compartir con chicos, de hecho lo hemos experimentado porque son versos en los que prima la música. Con chicos, con grandes, con medianos, con quién quiera.

Distintos poetas llevaron a la canción y al recitado muchos de sus versos y también en ese tiempo me legaron un cassette con la voz del mismísimo R.A. con El tonto de Rafael. Primer verso de “¡Aire, que me lleva el Aire!”. Creo que nos lega con este poemario un tono clásico, que dialoga con tradiciones del verso español y al mismo tiempo, pone a rodar una voz ágil, pícara, entusiasta que contagia el placer de la poesía. La poesía se te pega es contagiosa, pregona, y estimula a los corazones inquietos.

Si bien estoy muy interesada en la poesía aún más antigua, está poesía es irreverente, hace cosquillas, dan ganas de hacer cosas con ella y con los chicos. Imaginar una llave y que esa llave nos lleve a una casa y que en esa casa se encuentre una cama, y que en esa cama alguien no esté porque está mirando la calle por el balcón que puede o no puede tener ni siquiera ventana puerta casa llave.

Por ejemplo, nosotros realizamos una Niña Vaca. Una Niña Vaca salida del poema de Buster Keaton, la vaca se llama Georgina y hasta último momento en realidad no se sabe si es una niña o una vaca. Nuestra niña vaca es una creación de Valeria Lagunas. Coqueta y avezada en nanas y trabalenguas.

En la antología está el sonado “Dondiego que no tiene Don”, el maravilloso poema “Yo te hablaba con banderas”, que nomás por ese título doy mi alma entera….bueno o casi casi, y … “La patinadora de la luna”; unas hojas en blanco para que los lectores puedan escribir su poesía, la paloma que se equivocó que se equivocaba, el otro gran poema “Yo sé que no tiene alas” y “Balada de la bicicleta con alas” que comienza así: “A los 50 años, hoy, tengo una bicicleta. Muchos tienen un yate/ y muchos más automóvil/ y hay muchos que también tienen un avión/ Pero yo/ a mis cincuenta años justos, tengo una bicicleta”.

Me cautiva la edición. Completamente. Luis de Horna me parece genial. En el libro lo que prima es el movimiento. Los elementos como el aire, el agua, la sal, las piedras, las estrellas. La balada, el romance, y el vaivén de la pleamar.


  1. Especialista en Literatura infantil y juvenil, co- fundadora del Grupo La Grieta. Docente en la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. 

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